martes, 5 de mayo de 2009

"Estado del mundo y el estado del alma" (Kafka)

Todo es dolor, todo es orgasmo

Santiago Alba Rico
4 de mayo 2009 por: Revista Pueblos

Cuando se cumplen seis años de la invasión,ocupación y destrucción de Iraq,con más de un millón de muertos y 5 millones de desplazados en un país hoy sin médicos,ni maestros, ni poetas,desprovisto de servicios mínimos,hambreado y enfermo, entregado a fanáticos y criminales,abandonado a su suerte por el resto del mundo,que esta pendiente del menú del G-20 o del vestuario de Hillery Clinton, sólo la Konami Digital Entertaiment nos devuelve a la memoria la existencia de ese horror distante.

A la empresa estadounidense no le importa ganar dinero si es para aumentar la insensibilidad; no le importa vender sus productos en todo el mundo si es para disminuir la conciencia. Con un esfuerzo combinado de erudición y maestría técnica, recogiendo imágenes de archivo y testimonios de protagonistas, inspirándose en Shakespeare y Hemingway, la empresa ha creado el videojuego Seis Días en Faluya, que permite a sus usuarios experimentar minuto a minuto las emociones del fósforo blanco y la ejecución de prisioneros, en medio de estruendos tan falsos que parecen reales, con gráficos tan imposibles que parecen auténticos.
Resignados a hacerse ricos con tal de dañar más mentes, transigiendo a la fama a cambio de degradar un poco más los espíritus, los creadores de Seis Días en Faluya afrontan el desafío –dice Peter Tamte, presidente de la compañía- de “presentar los horrores de la guerra en un juego al mismo tiempo muy divertido”.

¿Nos parecerán más horribles los horrores o más divertida la diversión?
¿Nos horrorizará divertirnos o nos divertirá horrorizarnos?
¡Qué horror el placer de matar! ¡Qué placer el horror de matar!

La primera conquista de Faluya en noviembre del 2004, poco creíble, inspiró esta versión original que la próxima conquista de Faluya imitará; los marines que participaron en la primera conquista de Faluya, asesores hoy de Konami Digital Entertaintment, se sacrificaron para que los marines que conquisten por segunda vez Faluya –dondequiera que esté- hayan podido destruirla en un juego real antes de destruirla en una realidad recreativa.

enlace: www.revistapueblos.org

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