jueves, 15 de julio de 2010

EEUU y las líneas políticas en América Latina

Jul-14-10 - por Rosendo Fraga

Al promediar 2010, la política de EEUU hacia América Latina mantiene prioridad por los países que están al norte de Canal Panamá.
El crecimiento demográfico del fenómeno hispano, que en gran medida deriva de la proximidad geográfica, es la causa central de esta prioridad. En el 2000, uno de cada cinco de los menores de 4 años era de origen hispano; ahora son uno de cada cuatro y en proyección, hacia 2025, lo podría ser uno de cada tres.

Algunas estimaciones sostienen que hacia 2050 cerca de la mitad de los estadounidenses sería hispano.

Las migraciones, sumadas a la mayor natalidad, permiten hacer proyecciones de largo plazo.

Hacia 2050 la Religión Católica puede ser la primera en los EEUU y el español una lengua tan hablada como la inglesa. La baja transitoria en las remesas a raíz de la crisis que se inició en 2008 con la caída de las hipotecas, es un hecho transitorio que no modifica la tendencia de largo plazo.

El debate que ha suscitado la ley de Arizona contra la inmigración ilegal muestra la creciente significación del problema, aunque al mismo tiempo gobernadores y empresas se han pronunciado a favor de la legalización. En la conferencia de prensa realizada por el Subsecretario del Departamento de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela, los temas fueron México, Cuba y Honduras, todos geográficamente ubicados al norte del Canal de Panamá.

A más de un año y medio de la asunción de Obama, resulta claro que su política regional respecto a la de Bush tiene más continuidades que rupturas.

Las recientes elecciones presidenciales en América del Sur han consolidado una línea de gobiernos en el Pacífico que se alinean a Washington.

El triunfo de Piñera en Chile y de Santos en Colombia le dan proyección para los próximos años. En la misma línea se mantendrá México, hasta la elección presidencial que tiene lugar en dos años y medio, y Perú, hasta la que tendrá lugar en los primeros meses de 2012.

En América Central, los gobiernos de Panamá y Honduras están en la misma posición.

Con este núcleo de países, Washington buscará impedir que iniciativas de la diplomacia brasileña, como UNASUR y la Cumbre de Estados de América Latina y el Caribe, neutralicen o sustituyan el rol de la OEA y la Cumbre de Presidentes de las Américas que se reúne cada cuatro años.

En México parecen consolidarse las posibilidades del PRI de ser la alternativa al PAN en las próximas elecciones -en las anteriores lo fue el PRD de izquierda-, y en Perú el panorama es incierto, con el alcalde de Lima y la hija de Fujimori por ahora al frente de los sondeos, pero con aproximadamente 20% cada uno. El Presidente de Panamá no enfrenta dificultades significativas, pero el de Honduras ya está denunciando iniciativas de desestabilización en su contra.

La línea de centro-izquierda moderada, representada por el Brasil de Lula, mantendrá su vigencia o no de acuerdo con lo que suceda con la elección presidencial de este país que tiene lugar en octubre.

Esta línea perdió peso en América del Sur con la derrota de la Concertación en Chile, pero alinea al Uruguay del Presidente Mujica. En América Central sigue la línea de Lula el gobierno de El Salvador.

Este modelo ha mostrado muy buenos resultados tanto políticos como económicos en la segunda mitad de la primera década del siglo XXI. Los sondeos muestran hoy que vuelve a darse un empate en los sondeos entre la candidata oficialista (Rousseff) -que dejó de crecer- y el principal de la oposición (Serra).

Un triunfo de éste, si bien se trata de un político moderado que no produciría una ruptura con las políticas sociales de Lula -como éste no lo hizo con las económicas de Cardoso-, implicaría que esta versión latinoamericana de la social democracia europea perdería vigencia en la región, dada la importancia de Brasil.

En cambio, una victoria de la candidata de Lula la afianzaría. Para EEUU, la política de Lula hacia Irán ha sido un problema y espera que tanto con Rousseff como con Serra el país vuelva a una política exterior más moderada. Los gobiernos de Argentina, Paraguay y Guatemala en algunas oportunidades parecen coincidir con este modelo, pero en otras tienen puntos de contactos con el de Chávez.

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