jueves, 28 de abril de 2011

Gonzalo Rojas, poeta de la tierra y el verbo, tradición y vanguardia

TRANSTIERRO





Miro el aire, pasarán
estos años cuántos de viento sucio
debajo de los párpados cuántos
del exilio,
comeré tierra

de la Tierra bajo las tablas
del cemento, me haré ojo,
oleaje me haré parado

en la roca de la identidad, este
hueso y no otro me haré, esta
música mía córnea
por hueca.
Parto
soy, parto seré.
Parto, parto, parto.












Gonzalo Rojas, poeta chileno de 93 años, falleció el pasado lunes tras sufrir un accidente cerebrovascular el pasado 22 de febrero que le mantuvo en estado de gravedad durante ese intervalo de tiempo.

Considerado como uno de los escritores más importantes del país latinoamericano, nació en el seno de una familia minera (su padre ejercía dicho trabajo), actividad que durante toda su vida respetó. Desde joven dedicará su tiempo a la lectura de los clásicos griegos y latinos (Homero, Catulo, Séneca...), los autores franceses del XVIII y XIX (Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud...) y españoles del siglo XVI y XVII (Quevedo, Góngora, Gracián..). Todo este poso literario se dejará ver en su estilo que aunque basado en la innovación siempre guarda un poso clásico. Durante esta época estudiará Derecho y Pedagogía en la Universidad de Chile.

Su gusto por las vanguardias llegará tras leer “Antología de la poesía chilena nueva” y “Residencia en la tierra” de Pablo Neruda. Su primer libro de hecho es un ensayo sobre Valle-Inclán (“Pasión y muerte de Valle-Inclán). Todo esto desembocará en su inclusión en el grupo surrealista Mandrágora, aunque siempre formó parte de manera crítica, con la intención de “modernizar” el mundo y su vida. Esas acciones literarias no le impidieron mantener su identidad, dando clases de lectura y escritura a los mineros.
Su primer libro de poesía, “La miseria del hombre”, lo publicará en 1948 y durante más de diez años no volvería a editar. A lo largo de la década de los 50 lo dedica a la reflexión y crea los Encuentros de Escritores lo que para muchos es el comienzo del denomiando el boom latinoamericano, por allí pasaron Alejo Carpienter, Mario Benedetti, Ernesto Sabato etc... En esos años viaja por primera vez a Europa y allí conocerá a André Breton y Benjamín Péret, representantes del movimiento surrealistas.
Hasta 1964 no saca su segundo poemario, “Contra la muerte”. Será éste junto a su predecesor de hace 16 años y el siguiente publicado en 1977,“Oscuro”, los que ya aglutinen todas sus características y perfilan su voz particular, a pesar de que editaría un buen número de libros posteriormente. En sus poemas se hacen patentes las influencias antes mencionadas y la de escritores como César Vallejo, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, el francés Charles Baudelaire o el inglés Walt Whitman.
Su lenguaje es poco ortodoxo, juega con las elipsis, realiza cortes bruscos o tira de las repeticiones. Probablemente esa forma personal de trabajar la poesía hizo que le costara alcanzar el reconocimiento público, será a lo largo de los años cuando lo iría consiguiendo como atestiguan los galardones como el Premio Cervantes de Literatura, Premio Nacional de Literatura de Chile o el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Su escritura a lo largo de los años se ha planteado la reflexión e interrogación sobre el mundo y su relación con el “yo” ("No quiero ver ¡no puedo ! ver morir a los hombres cada día") que en mucha ocasiones lleva a la miseria del ser humano ("mi espíritu vacío/ llora su desventura/ de ser un soplo negro para las rosas blancas") y lo efímero que a la larga resulta todo ("Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse de haber entrado en este juego delirante").
Su posicionamiento político también fue parte importante de su vida, de ahí que el gobierno de Salvador Allende le nombrara consejero cultural en China y embajador en Cuba, recién nombrado se produce el golpe de estado que asesina al presidente chileno y se ve obligado al destierro. A partir de ese momento le tocará vivir en la República Democrática alemana, la URSS y Venezuela. Finalmente en 1978 regresa a su país.
Gonzalo Rojas pasará a la historia como uno de los escritores chilenos más importantes de la historia y uno de las caras visibles más destacadas de la generación del 38, junto a Eduardo Anguita y Nicanor Parra. Su poesía, centrada en el ser humano, rondó la tragedia pero nunca dejó de lado la sensualidad.














No hay comentarios:

Ir arriba

ir arriba
Powered By Blogger