miércoles, 28 de septiembre de 2011

Wadah Khanfar, Al-Jazeera y el triunfo de la propaganda televisiva - Thierry Meyssan

BIRUT (LIBANO)
Al-Jazeera, el canal de televisión catarí que en 15 años se impuso en el mundo árabe como una original fuente de información, se ha embarcado inesperadamente en una gran operación de engaño tendiente a derrocar a cualquier precio los regimnes libio y sirio. Thierry Meyssan demuestra que este cambio de actitud no es el resultado de una coyuntura particular sino que fue preparado con mucha antelación por varias personalidades que han sabido disimular ante el público sus propios intereses personales. Veamos las siguientes revelaciones.
.Red Voltaire

Beirut (Líbano)
27 de septiembre de 2011

Wadah Khanfar

El 20 de septiembre de 2011, el canal de televisión qatarí Al-Jazeera anunció la renuncia de su director general, Wadah Khanfar, y su reemplazo por un miembro de la familia real qatarí, Cheikh Hamad Ben Jassem Al-Thani. Cheikh Hamad es un cuadro de Qatargas. Trabajó durante un año en la sede parisina del gigante francés del petróleo Total y fue presidente del Consejo de Administración de Al-Jazeera.
La prensa atlantista ha presentado la noticia de tres maneras diferentes: como una renuncia forzosa y una recuperación del control del canal por parte del Estado, como una venganza de la Autoridad Palestina por la difusión de los documentos conocidos como Palestinian Papers y, finalmente, como una consecuencia de las filtraciones de Wikileaks que revelan ciertos contactos del señor Khanfar con Estados Unidos.

Si bien todas esas interpretaciones pueden ser parte de la verdad, lo cierto es que esconden la razón fundamental de lo sucedido: el papel de Qatar en la guerra contra Libia. Llegados a este punto, un breve recuento se hace indispensable.
.El origen de Al-Jazzera: un deseo de diálogo

El canal de televisión Al-Jazeera fue concebido por dos personalidades franco-israelíes, los hermanos David y Jean Frydman, a raíz del asesinato de Yitzhak Rabin, de quien eran muy amigos. Según David Frydman [1], el objetivo era crear un medio de difusión en el que israelíes y árabes pudiesen debatir libremente, intercambiar argumentos y aprender a conocerse entre sí en momentos en que aquello era imposible a causa de la situación de guerra, lo cual bloqueaba toda posibilidad de alcanzar la paz.

Los hermanos Frydman tuvieron a su favor una serie de circunstancias que los ayudaron a crear el canal de televisión: la compañía saudita Orbit había firmado un acuerdo con la BBC con vistas a la creación de un noticiero de televisión en árabe. Pero las exigencias políticas de la monarquía absolutista de Arabia Saudita rápidamente resultaron ser incompatibles con la libertad de trabajo de los periodistas británicos. El acuerdo fue anulado y la mayoría de los periodistas de la BBC vinculados al mundo árabe se encontraron bruscamente sin trabajo. Y fueron a parar a Al-Jazeera.
Los hermanos Frydman querían que su nuevo canal de televisión fuera visto como un canal árabe. Ambos lograron convencer al nuevo emir de Qatar, Hamid ben Khalifa al-Thani, quien –con el concurso de Londres y Washington– acababa de derrocar a su padre –acusado de ser proiraní.
Cheikh Hamad ben-Khalifa comprendió rápidamente las ventajas que podía procurarle el convertirse en eje de las discusiones entre Israel y el mundo árabe, conversaciones que han durado ya medio siglo y que parecen destinadas a prolongarse aún. Hamid ben Khalifa al-Thani autorizó de paso la apertura en Doha de una oficina del ministerio israelí de Comercio, a falta de poder abrir una embajada. Lo más importante es que percibió que aquello ayudaría a Qatar a competir con los ricos medios de difusión panárabes de Arabia Saudita y que el emirato dispondría así de un medio de difusión que critica a todo el mundo… menos a él.
El montaje financiero inicial preveía simultáneamente un aporte de fondos de los hermanos Frydman y, por parte del emir, un préstamo de 150 millones de dólares por 5 años. El boicot, organizado por Arabia Saudita, por parte de los anunciantes y la ausencia de ingresos importantes por concepto de publicidad determinaron una modificación del esquema inicial. En definitiva, el emir se convirtió en el proveedor de fondos del canal y, por consiguiente, en su dueño de facto.
Periodistas ejemplares
Durante años, Al-Jazeera se hizo de una gran audiencia gracias a su pluralismo interno. El canal se enorgullecía en dar a conocer los argumentos de todas las partes. Su pretensión no era decir la verdad sino hacerla surgir del debate. Su programa principal, el del iconoclasta Faisal al-Qassem, titulado «La Opinión contraria», se daba el gusto de arremeter contra los prejuicios. Todos podían encontrar razones para alegrarse de la existencia de ciertos programas y deplorar la de otros.
Lo importante es que aquel continuo debate interno acabó prevaleciendo ante el carácter monolítico de sus competidores y cambió el panorama audiovisual del mundo árabe.
El heroico papel de los reporteros de Al-Jazeera en Afganistán y durante la tercera guerra del Golfo, en 2003, así como su ejemplar trabajo, en contraste con la propaganda de los canales satelitales proestadounidenses, transformaron la imagen del canal que, de ser considerado una televisión polémica, pasó a convertirse en un medio de referencia. Sus periodistas pagaron un alto precio por su valentía: George W. Bush estudió la posibilidad de bombardear los estudios de Doha, y finalmente renunció a hacerlo, pero en cambio propició el asesinato de Tareq Ayyub [2], el arresto de Tayseer Aluni [3] y el encarcelamiento de Sami el-Hajj en Guantánamo [4].
[leer más]
http://www.voltairenet.org/Wadah-Khanfar-Al-Jazeera-y-el

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