domingo, 10 de junio de 2012

Revolución, educación y sobrevivencia en Latinoamérica

¿Por que ignorar a Cuba, a la cotidiana que luchó por recuperar su soberanía que estuvo primero en manos de la corona española y luego de Estados Unidos a partir de 1898? ¿ Por que ignorar una o la revolución , el empeño de muchos, la posibilidad de una fuerza colectiva de muchos y en pos del todo?

El constante empeño de reducir la epopeya ,de un pueblo pequeño, su liberación real de la opresión económica y valórica, y esa visión mezquina de decir que todo es de Fidel Castro, que ha robado y se ha apoderado del poder, y que ahora pone a su hermano, es una argumentación débil, propia de la rabia que da al que no ha podido derribar a un pueblo, con mentiras y acciones bélicas, para sacarlo de su revolución a la fuerza, sacar la dignidad y el empeño de cada día.

O pensar que el empeño de los estudiantes chilenos, colombianos y canadienses, es una obra de mentores externos que quieren destruir todo por mero gusto, o simplemente creer que los movimientos sociales de Latinoamérica( y de España o de Estados Unidos, en el centro mismo del capitalismo) son unos extremistas sin causa, que no piden lo posible sino lo imposible, y justamente lo imposible es lo que se relaciona con la extraordinaria acción de una revolución, la cual que quiere cambiar lo injustamente planificado por pocos, y a cada instante, por un mundo otro, de los otros, es decir, del pueblo, de la comunidad organizada para todos.

Y he aquí la centralidad del tema la revolución, cómo es una revolución, pues una revolución no es para instaurar a un tipo en el poder, eso es una tiranía como la que vivimos con Pinochet o la cercana de Franco que aniquiló a todos los intelectuales y luchadores ,de un plumazo, para desintegrar toda crítica, toda posibilidad de otra república popular y democrática, como fue lo que se intentó realizar en la España de los principios de los treinta, y en contrapartida del totalitarismo de Hitler que aplastó a toda la izquierda e implementó el miedo como vehículo de adoctrinamiento
Pasada esta breve revisión, que nos atañe en nuestro análisis, diremos que la revolución es la liberación de un pueblo, su emancipación más la toma del Estado para transformarlo en otro, ya no de unos privilegiados, políticos profesionales o de clase acomodada, que hacen leyes a la medida con la indudable ayuda empresarial, sino un Estado que decide a partir de una voluntad múltiple ,de ese movimiento irresistible que se alza para desencadenar la historia que estaba asfixiada en el movimiento único, positivo, incontrarrestable, conveniente, coyuntural, en las acciones que repiten el relato rutinario y consabido de la desigualdad, de la naturalidad de las diferencias que no se apagan, esa eternidad que no termina y que aplaude al rey o al gobernante actual que dictamina la arbitraria decisión de las necesidades de algunos por sobre la mayoría, del planteamiento, ahora, de individualidades que se atreven a realizar el progreso que trae la fértil y sólida economía de consumo actual, pero que , en si misma, en el interior mismo de su argumentación, niega lo colectivo, niega la reunión de muchos, niega el diálogo o la síntesis al utilizar el monólogo entre los elegidos- economistas del Fondo Monetario Internacional, los directores de la bolsa de Wall Street, la banca nacional y sus ministros de hacienda que reducen los gastos públicos, las consultoras económicas, la Comunidad Económica Europea – como podemos ver en las reflexiones de Theodore Schultz, profesor de Universidad de Chicago, sobre el destino de Latinoamérica luego de la revolución cubana y con la Alianza para el Progreso en acción ( 1961), la cual trazó un plan de diez años para el desarrollo de la educación como contención de los movimientos de izquierda del continente, y que fue central en la reforma educacional del gobierno de Eduardo Frei Montalva, y que dice , en los años 60, que tenía que haber modernización, un cambio de la sociedad tradicional a una industrial , y que esta modernización debía comprender la educación como” una inversión en capital humano”, en fin, como una inversión rentable para el desarrollo de un país

Y sus palabras manifiestan, claramente, que: “los trabajadores se han convertido en capitalistas, no a causa de la difusión de la propiedad de las acciones de las compañías, como lo desearía la opinión popular, sino debido a la adquisición de conocimientos y técnicas que tienen un valor económico. Estos conocimientos y técnicas son en gran parte de una inversión y , combinados con otras inversiones humanas, explican de manera predominante la superioridad productiva de los países técnicamente avanzados “ ( citado en “ La República al Mercado”  de Carlos Ruiz Schneider citando a Schultz – 1968, 135-136, de su libro” Valor económico de la educación”, México , 1968- )
Moral Comunista
La revolución, en una antítesis clara ante lo dicho por el académico de la Universidad de Chicago, es un proceso colectivo de decisiones, altamente deliberativas, que llevan a un pueblo a encontrar su destino en la realidad de sus recursos, tanto intelectuales como materiales, y es central el rol de la educación, ya no como un mero adorno o una obligación para el mundo del trabajo, sino para desarrollar una filosofía de vida común en cuanto a la  virtud de poder compartir valores comunes en cuanto a la producción de lo social, activamente, quecambia la realidad de la sociedad en todos los aspectos , visualizando una vida plena que autoriza la paz y la igualdad de sus integrantes.

Pero vemos como lo educativo está siendo usado para la desigualdad en el mundo, salvo Cuba, en donde los estudiantes pueden llegar a niveles altos y críticos de la comprensión de la realidad, lo que no sucede en Chile en donde la discriminación es cuna de la desigualdad y la violencia, donde la educación es un producto vulgar de la superioridad de los que dictan leyes que tienden , cada vez más, hacia la privatización de las aulas para imponer la productividad de los chilenos en el servicio y el consumo de productos que no revisten significado colectivo, sino el consumo individual de las familias o de comunidades, de unas sobre otras en una voracidad- y miedo- que crea la desigualdad aplastante que destruye tanto la identidad de un país como el sentido colectivo diario de sus integrantes.
La revolución, en fin, es la posibilidad para comprender la realidad en pos de la mayoría, es” lo no elitista” que trae la libertad, la acción plena de la justicia y el poder, pues pretende terminar con la parcialidad del totalitarismo, de lo teóricamente contemplativo, de lo axiológicamente aprendido de memoria, de lo solamente positivo para un lado de los habitantes, un lado pequeño, tomando cada ocasión como la libertad amplia y gozosa de la “acción irresistible” que desemboca en la cierta estabilidad de un Estado que se perfecciona, ya no para coaccionar a los suyos, con altos tributos y prohibiciones morales de todo tipo para no tomar decisiones, ya no paralizando la deliberación en la oportunidad histórica que le toca a cada cual en el tumulto organizado de lo popular.
Pero decir que la Revolución Cubana no es tal o que los ocupa de wall street, de España, o los manifestantes de Grecia no son tal como se ven , como practican sus convicciones, es simplemente aceptar la no argumentación, el absolutismo de los mismos que quieren volver a retomar el poder para ejercer su autoridad, como el propio cineasta y documentalista Michael Moore ha dicho sobre este fanatismo de los gobiernos norteamericanos para destruir a esa pequeña isla que no practica” la liberalidad”, qué es idónea para un pueblo libre y progresista, como lo han dicho sus presidentes hace más de 50 años, desde la Alianza para el Progreso, tratando de dominar a pueblos que intentar decidir sus destinos para no seguir sobreviviendo en la indignidad del sometimiento diario, en la no decisión de sus destinos, pues expertos eligen por él por el soberano- el pueblo como decía Sarmiento-, pero con la decisión de una “tecnicidad” que proclama el desapego por lo social, y que privilegia al individuo ligándose con otro a través de contratos comerciales y subsidios gubernativos para ayudar a los no pueden emprender por su calidad de vulnerables, de pobres y sin recursos en el adiestramiento técnico o en la tecnificación general de la existencia, y con excedente de producción que solo trae el lucro total contra la productividad intersubjetiva de un colectivo.
Como se ve, se aísla lo colectivo, y se deja al ser humano, o a la multitud, en el torrente de un progreso que no entiende, y el cual tiene que reproducir sin discutirlo, pues solo ese el progreso genera sentido de civilidad tecnológica en estos días, en estas horas.
(Guevara habló que el revolucionario siente amor, que su acto de sublevarse es por amor, por entrega al otro para encontrarse con el otro, y no con un ajeno, pues el cambio radical de las cosas es acabar con el imperialismo, desatando así la alegría de un pueblo, y luego una productividad alegre y justa entre todos, lo que realizó al cortar la caña de azúcar con sus otros, es decir, con sus hermanos,)
Entonces, este afán de imponer la productividad, de ser desarrollados, es el intento por acabar con el amor, en fin, con ese intento, último y fundamental ,de la revolución, y es lo que hacen todos los días para destruir nuestra interioridad en lo complicado de una fabrica o en un trabajo que solo mira hacia la febril ganancia de pocos con hombres educados para el trabajo sin rumbo, sin decisión, sin deliberación real por la vida sino por la sobrevivencia febril de una muerta, lenta y segura ,en una sociedad de la desigualdad, de la discriminación y del consumo a destajo de cosas y de entretenimientos sin pausas.
La revolución, sin otra alternativa, históricamente y filosóficamente a la vista, es el paradero de los miles que esperan la diferencia decisiva , la reciprocidad de la vida con un Estado que nos depare la felicidad ,y ya no la amargura solemne de cada hora, de cada día idéntico al anterior en esta sociedad del consumo invariable, obligatorio.
Y la revolución no es perfecta, recordemos, es un proceso de una comunidad que va hacia la libertad, aunque nos digan que ella es mala, insolente, tumultuosa, tan incesante, que parece eterna al no terminar, pero que llega a la felicidad de las acciones sin los sospechosos anunciados de antemano, sin la irremediable oscuridad de una vida entre vallas impasables, pues la revolución es la ganzúa insobornable de la libertad, de la consecuencia de sus revolucionarios que ya no quieren solo sobrevivir sobre esta tierra.
Andrés Zamora
Integrante de Unidad y sindicato Sutra
NO SE PUEDE PARAR LO CIERTO!
 http://unidadmpt.wordpress.com/2012/06/09/revolucion-educacion-y-sobrevivencia-en-latinoamerica/

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